Hace tiempo, viví unos años en Inglaterra, concretamente en una pequeña ciudad al sureste de Londres que se llama Canterbury. Me mudé allí después de haber pasado seis meses en Londres y sentir que esa no era la vida que en aquel momento necesitaba. Aunque era una ciudad fascinante en muchos aspectos, me sentía estancada. Buscaba un lugar más pequeño, más amable, que me permitiera una inmersión más profunda en la nueva cultura, sus costumbres, y más cercanía con sus habitantes.
La adaptación a la nueva cultura, con su idioma incluido, fue dura. Pero con el tiempo llegué realmente a sentirme en casa. Tengo hermosos e inolvidables recuerdos de mi estancia, de la gente con la que compartí el camino, de quienes tanto aprendí, y siento una profunda gratitud por aquella experiencia.
Pero…en aquella época comía fatal. No cuidaba mi alimentación, trabajaba demasiado, y empecé a sentirme agotada. Literalmente agotada, sin energía. Me iba arrastrando por las esquinas…
Busqué, y allí encontré un libro que me inspiró. Enfocaba la alimentación de manera integrativa, el cuidado priorizando la autoescucha. En realidad no sé si fue el libro el que me encontró a mí, pero en cualquier caso, lo más importante es que era un enfoque a años luz de la cultura de la dieta, las calorías y los comestibles bajos en grasa. Un nuevo paradigma para mí, el de la alimentación como herramienta para potenciar tu salud, en contraposición al de luchar contra la enfermedad. El enfoque en la ganancia, no en la pérdida: la búsqueda y el encuentro del disfrute y la energía a través de la alimentación consciente. Un libro de la Doctora Sandra Cabot que destacaba la importancia de cuidar el hígado para fomentar el bienestar.
A través de la puesta en práctica, fue un antes y un después. Y la propia experiencia fue la que me impulsó más adelante a formarme en alimentación y su relación con la salud.
Te comparto una receta de mi admirada Doctora Sandra Cabot. A veces las cosas más sencillas son las más efectivas. Es literalmente un alimento-medicamento super rico. Si no tienes problemas con el gluten, mejor compra las semillas a granel. Si no, asegúrate que no haya contaminación cruzada.
LGA (lino, girasol, almendra)
Ingredientes:
- 3 partes de semillas de lino (dorado o marrón, las que prefieras)
- 2 partes de semillas de girasol crudas
- 1 parte de almendra cruda pelada
Procedimiento:
Muele las semillas en un molinillo por separado hasta obtener un polvo fino. Mezcla bien y guarda en bote de cristal oscuro en la nevera o el congelador, lejos de la luz directa, ya que las grasas que contiene son muy sensibles al calor y la luz.
Toma 2-3 cucharadas soperas cada día con la fruta por las mañanas, en las sopas, ensaladas, verduras o los platos que prefieras.
Esta mezcla de semillas aporta fibra, vitaminas, grasas saludables, es remineralizante y regula el tránsito intestinal. Alimenta tus bacterias probióticas intestinales y potencia el sistema inmune. Tiene un sabor delicioso y es muy saciante.
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