Salsa de «tomate» sin tomate…pero ¿y esto qué es lo que es?
Con cara de póker me miraba una amiga el otro día cuando le hablaba de esta salsa. Y de alguna manera me preguntaba, con su gesto, que qué necesidad hay de complicarse tanto la vida, que si estas búsquedas para una alimentación más saludable al fin y al cabo tienen sentido…
…Pues yo creo que lo tienen, y mucho. Y te voy a dar dos razones que me parecen importantes con respecto a esta salsa de «falso» tomate. La primera es que ahora en la Península Ibérica en esta época del año, mes de febrero, invierno, no es temporada de tomates. Nuestra Madre Tierra, que es muy sabia, no nos da tomates, con lo que si queremos consumirlos frescos, hay que importarlos o plantarlos en invernaderos. La remolacha, sin embargo, está en plena temporada, y es un alimento estrella para el hígado.
La segunda razón es que el tomate es muy ácido, y pertenece a la familia de las solanáceas, pues contiene solanina (al igual que el pimiento, la berenjena y la patata), un alcaloide tóxico que puede dar problemas consumido en exceso y más si hay alguna enfermedad de tipo autoinmune (como es mi caso).
Me encanta el tomate y no quiero decir con esto que no haya que consumirlo nunca, pero ahora en invierno, esta salsa es una muy buena opción para aliñar cualquier plato como una pasta, como base para pizza, un plato de cereales o acompañamiento de verduras. Te animo a probarla 🙂
Ingredientes:
- 3-4 zanahorias
- 1 cebolla
- 1 remolacha pequeña cocida
- 2 dientes de ajo
- AOVE (Aceite de Oliva Virgen Extra)
- orégano al gusto
- unas hojas de albahaca
- sal marina
- vinagre de manzana al gusto (preferiblemente sin filtrar ni pasterizar)
- concentrado de manzana al gusto
Procedimiento:
Hierve la remolacha entera, lavada pero sin pelar, hasta que esté tierna. En una sartén con poco aceite, dora la cebolla y el ajo y luego añade las zanahorias cortadas en medias lunas, el orégano y las hojas de albahaca, y da un par de vueltas más. Cubre con agua, añade la sal y cuece tapado hasta que las zanahorias estén tiernas y no quede mucho líquido.
Coloca todo en la batidora, incluida la remolacha cocida, añade un poco de vinagre y concentrado de manzana antes de batir y luego comprueba que tenga el punto ácido o dulce que te guste, puedes ajustar con estos dos últimos condimentos a tu gusto, llevándolo a un punto más ácido o más dulce. Se consigue una salsa que realmente parece tomate.
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