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Amor vs miedo: por qué la disciplina puede ser tu mayor enemiga

«Se necesita más que un buen cuerpo. Tienes que tener un corazón y alma que los acompañen»

Epíteto

Mucha gente piensa, por no decir la mayoría, que para tener una buena relación con la comida, y llevar una alimentación saludable, hay que tener una disciplina férrea, una gran fuerza de voluntad. Me lo han dicho tantas veces…

Me remito a mi experiencia de años, para asegurarte que no es del todo cierto. O más bien, que lo es dependiendo del lugar desde donde actúas y la razón de fondo que te mueva a actuar.

Sobre esta base de la fuerza de voluntad y el gran esfuerzo, se sustentan los prescriptores de las dietas de calorías, las dietas excesivamente restrictivas y todos los patrones mentales que exigen la perfección. Es aquí, en la mente, donde puede habitar ese dictador que llevamos dentro, y que nos exige la inexorable perfección, actuando siempre desde el miedo. Un dictador muy poco amoroso, por cierto.

Con respecto a la fuerza de voluntad, los dos términos se contraponen, la voluntad no debería ser forzada, algo voluntario carece de esfuerzo ¿puede haber algo menos amoroso?

El término disciplina, que tiene varios significados, entre ellos se define como “la capacidad del carácter para controlar los impulsos, en especial los que apartan de una meta ardua o inclinan a un goce inmediato” o incluso “Látigo de una o varias cuerdas, usado para la mortificación por algunas órdenes religiosas”. ¿Te das cuenta? Aplicar la disciplina al hecho de alimentarnos cada día, sin duda será un camino arduo desde este enfoque, exento de disfrute, de amor y de autocuidado.

Para obtener buenos resultados, duraderos en el tiempo, el lugar de partida y de acción tiene que ser otro: el amor, el cuidado, el mimo, la compasión, la flexibilidad, la comprensión y ya puestos, pídete también y que no falte, el sentido del humor 🙂

La mente puede ser muy útil para muchas cosas, pero si nos dejamos dominar por ella excluimos a nuestras grandes maestras, las emociones, las sensaciones físicas o la coherencia. No somos máquinas, más bien seres pensantes que también sienten, se emocionan y se cuestionan cosas.

Si nos instalamos en la inflexibilidad y la rigidez, como por ejemplo en la de una dieta de calorías, no tenemos en cuenta nada más que nuestra mente, y actuando desde el miedo y la restricción continua, nuestro cerebro reptiliano, al que lo único que le preocupa es nuestra supervivencia, se rebela. Y entonces viene el atracón. El exceso de perfección suele tener como resultado comportamientos pendulares que pasan de excesiva restricción directamente al atracón. ¿Te das cuenta? ¿No es fascinante? ¡¡Nuestro propio instinto de supervivencia nos está hablando directa y claramente!!

¿Y qué ocurre cuando somos muy mentales en concreto con la alimentación? Pues que la ponemos en manos de nuestra mente, se la entregamos pensando que así tenemos el control absoluto, ya que “sabemos” qué hay que comer. Y no escuchamos a nuestro cuerpo. Tampoco a nuestras emociones. Nos instalamos en la intelectualidad olvidando nuestra corporalidad y nuestra emocionalidad. Por ejemplo, hay un refrán que probablemente hayas escuchado que dice “Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”. Conozco personas que lo aplican como un dogma de fe, pero sin plantearse si están alineados con esta manera de proceder, si realmente les va bien. Puede ir de maravilla para mucha gente, para otra no. Yo personalmente no me suelo levantar con hambre, y si es así no como hasta que la sienta. Pero igualmente, si un día me levanto con mucha hambre, como. Y he podido comprobar que si tengo hambre y apenas ceno, puedo despertarme a media noche y no dormir bien por ello…O sea que lo de cenar como una mendiga a mí, si tengo hambre, pues tengo comprobado que no me va bien…

Si te interesa la alimentación y eres muy mental, es probable que hayas leído mucho sobre el tema, y probablemente tienes ideas sobre qué es mejor comer y qué no, o qué hay que comer y qué no…etc. Y entonces te puede ocurrir que te fuerces a comer alimentos que ni te gustan ni te sientan bien simplemente porque has leído o escuchado que son buenos…

Pero, ¿sabes?, en realidad, no hay alimentos buenos ni malos. Todo depende de la cantidad, el objetivo y la persona en concreto. Cuánto, para qué y para quién. El azúcar refinado puede ser letal para un diabético o salvarle la vida en caso de hipoglucemia. Un determinado consumo de algas puede ser excesivo y desequilibrar el funcionamiento de la glándula tiroides. El cacao en cantidades moderadas puede ser una “medicina”…

Algo muy importante: escucha a tu cuerpo, tiene mucho que decirte.

No es recomendable forzarse a comer alimentos que no te gustan o te sientan mal solo porque has leído u oído que son buenos. Ya sabes, no son ni buenos ni malos, todo depende de la cantidad, para qué y para quién.

Contar calorías es un claro ejemplo de patrón mental. Anteponemos una regla matemática al sentir de lo que en ese momento pueda querer decirnos nuestro cuerpo o nuestras emociones. Una regla que ni siquiera es exacta, pues saber el número exacto de calorías no es posible, así como tampoco lo es saber exactamente cómo y en qué cantidad tu cuerpo quema esas calorías o las metaboliza. Seguimos en la intelectualidad, ignorando nuestra corporalidad y nuestras emociones.

Bien. Antes de ponerte manos a la obra con cualquier cosa, pregúntate el para qué. Ojo, no el por qué sino el para qué. ¿Para qué quieres alimentarte bien? ¿Para qué quieres perder peso? ¿Qué es lo que te mueve a ello? Es fundamental tener estas razones claras, te van a dar muchas pistas del lugar en el que te encuentras, y de hacia dónde quieres ir. Pero sobre todo, te van a dar pistas para entender desde dónde actúas, si desde el miedo o desde el amor.

Si actúas desde el amor, obtienes el compromiso contigo, y en este caso no hay cabida para la disciplina férrea ni la fuerza de voluntad. Se abre un camino fascinante de autoconocimiento, escucha, autocompasión y crecimiento.

Si sientes que ha llegado el momento de cuidarte y comprometerte con ello, te ayudo potenciar tu salud y controlar tu peso dentro de un amplio abanico de posibilidades. A diferencia de las dietas estandarizadas, que pretenden ir bien a todo el mundo, te ofrezco un proceso de aprendizaje personalizado y adaptado exclusivamente a tu estilo de vida y momento vital.

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